En el Verano de la Poesía en Guadalajara tienen lugar mesas de lectura y diálogo, presentaciones de libros y talleres para niños y adultos. Importantes poetas radicados en Jalisco hacen las veces de anfitriones ante invitados de otras partes del país, quienes a su vez ofrecen lecturas de sus propios poemas.
Las jornadas del festival culminan esta noche con la entrega del premio Juan de Mairena. Es el poeta Raúl Bañuelos quien hoy recibirá este reconocimiento simbólico, sin dotación económica, materializado en una obra del pintor Carlos Maldonado.
A propósito de Juan de Mairena, el profundo y simpático personaje y alter ego de Antonio Machado, es oportuno recordar hoy un par de fragmentos de su libro. Al comenzar el capítulo XLIX, dice de Mairena un periodista tan apócrifo como él:
El señor de Mairena lleva siempre su reloj con veinticuatro horas justas de retraso. De este modo ha resuelto el difícil problema de vivir en el pasado y poder acudir con puntualidad, cuando le conviene, a toda cita. Sin embargo, como es un hombre un tanto desmemoriado, cuando oye sonar las doce en el silencio de la noche, consulta su reloj y exclama: ¡Qué casualidad! También las doce. Pero después añade sonriente: Claro es que las mías son las de ayer.
Se trata, por supuesto, del mismo Juan de Mairena que habría definido la poesía como “palabra en el tiempo” y “diálogo del hombre, de un hombre con su tiempo”. Y es útil recordar que Mairena, profesor de gimnasia y retórica, no habla de la poesía en términos abstractos: para él escritura y enseñanza, creación y educación van de la mano, y “el deber de un maestro de Poética consiste en enseñar a sus alumnos a reforzar la temporalidad de su verso”.
Todo esto, si puedo introducir una breve nota personal en esta ceremonia, yo tengo la sensación de oírlo siempre con la voz de Raúl Bañuelos. Lector entusiasta de Machado y partidario activo de sus ideas estéticas, Bañuelos entiende que la poesía es no sólo una frecuencia emocional de particular intensidad, una mirada y una fe, sino ante todo la conjunción del tacto y el oído en la constancia más arcaica de la naturaleza: la constancia del ritmo.
El ritmo nos precede y nos rebasa. No sólo está en el mundo desde antes que cualquiera de nosotros: también es anterior al mundo, y está en el origen de su existir. Aquí seguirá estando, en el punto en que ahora tomamos la palabra, cuando hayamos vuelto a ser polvo, e incluso cuando la tierra misma lo sea. Si somos afortunados, un día ese ritmo animará nuestras gargantas y las hará proferir sonidos que lo significan todo:
Hay palabras que dicen
más de lo que tú podrías decir
con ellas…
Las “veinticuatro horas justas de retraso” del reloj de Mairena constituyen un día de anacronismo con respecto a las novedades periodísticas y noticiosas, pero también un día de ventaja con respecto a la historia. El poema se hace “temporal” cuando no sólo se proyecta en dirección del porvenir, sino hacia el fondo de la memoria y la experiencia:
He limpiado de limo la pila de agua
cuando empezaba a ser más limo
que agua en la pila.
Poeta y maestro de poesía, en el sentido más práctico y afectuoso de la palabra maestro y en el sentido más noble de la palabra poeta, o al revés, Raúl Bañuelos puede recibir a solas y con toda serenidad el premio Juan de Mairena. Una multitud está con él: es la familia enorme de sus propios maestros, amigos y discípulos.
La poesía no es una fiesta, por más que valga la pena celebrarla. Tampoco es una guerra, por más que valga la pena luchar en su nombre.
(Anoche recibió Raúl Bañuelos, en el Paraninfo Enrique Díaz de León de la Universidad de Guadalajara, el premio Juan de Mairena. Hicieron la semblanza del poeta y se refirieron al contexto de la entrega del premio Guadalupe Morfín, poeta, y Lourdes González, jefa de la Coordinación de Artes Escénicas y Literatura de Cultura U. de G. Yo leí estas palabras. Con la ceremonia terminó el segundo Verano de la Poesía en Guadalajara.)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario