19 de marzo de 2007

Dos poemas en La Estafeta del Viento

MEDIO AMBIENTE

Las cosas no esperan que las nombren.
Cincuenta y nueve minutos de la hora
les toma decidir que otro minuto
se harán consistentes y precisas,
pero insensibles a cualquier llamado.

Ese minuto es lo que dura el mundo.

Las cosas deciden ser un árbol,
un kilo de manzanas, una esponja
o la copa de un árbol,
media esponja gastada por el uso,
seis manzanas dispersas
o el cielo dividido por un cable,
o el cable suspendido entre dos patios,
o el tiempo deshojado entre dos días.
Pero no lo deciden por llamarse árbol
ni están esperando que les digas tiempo.

Las cosas no esperan que las tengas,
aunque tú te apoderes de sus nombres.
Y si el agua la tocas y le dices aire
y el aire lo respiras y le dices fuego
no habrás, tampoco entonces, tomado la palabra.


CANCIÓN QUE NO QUIERE SERLO

Por cada vidrio roto y cada rama;
porque falló el bastón, y se agrietó el anteojo,
y se vaciaron los bolsillos
—y no aquí, sino a miles de kilómetros—
del penúltimo ser sobre la tierra;
porque me fui callando, al punto
de no dejar dormir a nadie;
porque luego hice ruido, y peor tantito,
he aquí que me obligo a dar la cara
y enseguida me oculto tras la puerta.

Solicitado todo el tiempo,
requerido
por el mendigo permanente
que tú eres,
por el fiel usurero que tú eres,
finjo que no me llamas por mi nombre,
me reduzco a no abrir,
a no estar,
a ponerme la ropa sin tocarla,
y hago sonar alarmas irrisorias
que apenas oigo yo,
pero nunca se sabe.

Podría ser peor. El punto en que se quiebran
las ramas, los bastones, los cristales
podría no estar en los cristales, los bastones, las ramas
y estar, en cambio, en la piel de mis dedos,
en todo lo que toco
y, aun antes de tocarlo, voy manchando,
de prisa conduciéndolo a su muerte.

Lo escribieron delante de mi cara
y terminé aprendiendo a descifrarlo:
podría ser peor, y en suma lo va siendo.



(El número 9-10 de La Estafeta del Viento, revista madrileña patrocinada por la Casa de América, está dedicado a la poesía mexicana. En las páginas 66 y 67 aparecen estos poemas míos.)

9 de marzo de 2007

Bodas

Tengo en tus manos.
Tengo en tus manos la piel que me define.
Las hendiduras, los canales,
las rayas como inscritas, grabadas en tantas direcciones.
En tantas direcciones
como esferas del tacto, superpuestas.

La piel que asegura mis contornos,
y la piel que no está en mi superficie
porque vuelve a la tuya
y figuran las dos un cuerpo ambiguo,
interno y ciego,
y los cuerpos que nada representan

desdoblarían el uno y los números del cielo,
desdoblarían el cielo
si al menos pudieran ordenarse.

Tengo ese número en las manos.
Tengo en las manos. Tienes en las mías
lo que difícilmente, lo invisible
o el pliegue del sexo reflejado
como en placas de agua.

Llego a tocarme con tus dedos.



(Mi poema "Bodas" acaba de ser antologado en 99 poemas mexicanos de amor, compilación de César Arístides y Leticia Quiroz, México: Grijalbo, 2007, pp. 218-219.)