24 de septiembre de 2007

Tres poemas en Crítica

CÓMO LEER ESTE POEMA

Para empezar, acepte que ya existe.
Nada lo desprograma ni lo altera.
Ignorarlo es posible, como todo,
pero estos cuatro versos ya están dichos.

Otros poemas le hablarán del mundo;
los más, de la palabra y el silencio.
Éste no tiene cómplices ni amigos:
Lope de Vega ya no viene al caso.

Recórralo de golpe. No le crea;
no le dé ni trabajo ni dinero.
Desóigalo si llora: está burlándose.

Con todo, compadézcalo (a distancia):
más que autor, tiene dueño; es un esclavo.
Lo escribí contra usted, y buen provecho.



SONETO EN QUE SE HACE TARDE

Vieja, menesterosa claridad
que al envolver al día, ya en las últimas,
lo desnudas más bien y lo traicionas,
¿me seguirás negando hasta el saludo?

Féretro de ti, resto de tu muerte,
calavera de un sol vuelto Saturno,
apagada, inservible claridad:
sigo siendo tu hijo, y tú mi hermana.

Resistir la crudeza de otra noche
parece, amiga, fuera de tu alcance,
muy lejos de tus uñas corroídas,

y a solas con tu sombra o tus despojos
me atrevo a preguntarte, luz, recuerdo,
si al menos hoy pronunciarás mi nombre.



FIN DEL INVIERNO

Junta el aire las hojas en mi contra,
las agrupa en estrictos batallones
y, al ordenar su furia, va dictando
la victoria del humo contra el día.

Si polvo es lo que soy, soy esta noche
giratoria, imprevista, codiciosa
detrás de cuyos dedos astillados
una cara se oculta, o ya no es cara.

Pero ese mismo círculo de viento
da vueltas enseguida, y me desmiente,
y aparezco de nuevo en su perímetro.

Si polvo es lo que soy, que no lo creo,
tras el polvo estás tú, sol que regresa,
renacida figura de la tarde.



(En el número 123 de la revista poblana Crítica, correspondiente a los meses de septiembre y octubre del año en curso, aparecen estos tres poemas míos, adelanto de una plaquette que se publicará el mes entrante, también en Puebla.)