Entre dos coches
acaso mal estacionados, o bien, o no me importa,
paso apenas, ladeándome,
y alcanzo el otro lado de la calle
al alcanzarte a ti, que me llamabas
desde que no había coches, o calles, o no tendría por qué importarnos.
Dos coches. Bien o mal
habrá quien los encienda, los conduzca,
se deje conducir sobre sus ruedas
y llegue aquí, diciéndose: “Llegamos”.
Uno y otro
llegaron tal vez juntos, juntos
habrán salido de la misma casa
o se habrán desprendido, hace un millón de años,
de un mismo hierro primigenio.
Por eso tan reunidos.
Por eso, junto a ti,
sin calle, o sí, o ya no me importa,
espero que no dejes de llamarme.
("Dos coches" apareció en el número 32 del suplemento Fronda, correspondiente al 13 de agosto de 2005, y en el número 2 de la revista La Manzana, de septiembre de 2005.)
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