29 de septiembre de 2010

Cajas de resonancia

para Gil Goldstein


En la vida interesa lo que no es muerte.
En la vida interesa lo que no es vida
ni muerte. Así,
en Desdémona importa lo que no es
anémona. En la vida
interesa lo que no
interesa.



Las palabras dicen
palabras. En el amanecer
está dicho el resto

del día, pero en las palabras
del amanecer sólo está dicho
ese momento. Las palabras

no están dichas. Las palabras
pudieron ser nuestras. Las palabras
lo fueron.



Lo que trae una mano.
Lo que una mano
trae, lo que reduce, hay otra
que lo espera, que se ahueca
por ello y que se vuelve
mano al llenarse de su nada.

El paso que no doy
me tiene con dos pasos pendientes.

El pez que no sujeto
me hace andar mares duplicados,
caminos que figuro al extender cada pierna
y luego no recorro, y luego entre mis dedos
no está el pez.

Lo que una mano
da, lo que una pide,
a eso renuncia. Pide
y espera
y busca
otra mano, y llenarla de su nada.


(Escribí este poema corrigiendo uno anterior al grado de convertirlo en otro. El primero se llamaba "Nuevas cajas de resonancia" y apareció en la revista Parteaguas. Éste se llama simplemente "Cajas de resonancia" porque tales cajas, por lo dicho anteriormente, ya no tienen gran cosa de nuevas. En todo caso, el nuevo, éste, formó parte de la exposición Plástica Tónica, que se pudo visitar en la galería Vértice de Guadalajara el mes pasado. En la foto, mi poema es el texto de la derecha, junto al cuadro de Fernando Sandoval.)