Esta ciudad, si se llamara Desde Cuándo,
estaría inhabitada.
Si constara en los mapas como Acaso.
Si los antiguos volvieran a fundarla
—con varas de ceniza, coágulos de polvo—
y la nombraran sólo Por Ahora.
Sin mirar —siquiera de reojo— los anuncios,
por túneles de sombra
por carreteras curvas como engranes,
el vecino se iría del vecindario,
el agua, de la fuente,
de la noche los ojos encendidos,
del nombre cada sílaba,
del tiempo cada pausa,
si esta ciudad, llamada Como Siempre,
se llamara también de otra manera.
(Este poema se puede leer, desde hace tres o cuatro días, en el Periódico de Poesía de la UNAM, cuya nueva época cibernética llega en este septiembre a su primer año de vida.)
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