Intenté componer obras de cámara
para guitarra Martin, acordeón,
armónica, tarola, órgano Hammond,
y fue pasando el tiempo de mi vida.
Me sugirieron contrabajos, flautas,
fiddle, banyo, maracas, regimientos
de cornos y trombones y cantantes,
y en mi vida sonaban los minutos.
Añadí letras dignas de una ópera:
libretos avivados por el coro,
fogatas incansables, holocaustos.
Y mi vida fue menos que un silencio
pactado entre dos notas, y el suspiro
del que intenta silbar y no lo logra.
("La música por dentro" es el poema final de Trece, breve cuaderno de sonetos falsos que acabo de publicar en LunArena, editorial poblana.)
1 comentario:
gran poema!!! y por lo que veo una bonita portada lo ampara... te seguiré visitando. salud.
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