6 de noviembre de 2005

El escritor escrito

A los críticos, ocasionalmente, les corresponde ser criticados. Los críticos (huelga decirlo) son escritores que tarde o temprano habrán de recoger sus trabajos en libros, y acerca de tales libros podrán escribirse artículos en los que al crítico, en tanto autor, le tocará ocupar el sitio que los demás escritores ocupan en sus propios textos. Esto quiere decir, en el más primario de los niveles, que la tarea del crítico no está exenta de posibles venganzas o ajustes de cuentas ejecutados por quienes antes hayan padecido sus observaciones. Ello, en sí mismo, es poco relevante: nada es más fácil que identificar un mero ajuste de cuentas en donde lo haya, y descalificarlo en consecuencia. En cambio, reconocer que la crítica es literatura susceptible de ser, por su parte, criticada, me parece importante porque demuestra que hacer crítica no equivale nomás a ejercer una labor prescindible y, según esto, subsidiaria de la otra literatura, la grande, la sublime.

Criticar un libro de poemas no es lo mismo que haber escrito un libro de poemas. No es desde luego lo mismo, cabe añadir, pero tampoco es menos. A fines de 2001, el narrador Guillermo Fadanelli reseñó en Letras Libres el entonces nuevo libro de Christopher Domínguez Michael, titulado La sabiduría sin promesa. Domínguez Michael es uno de los más activos, conocidos e influyentes críticos literarios de México: sus reseñas, artículos de opinión, antologías y libros de crónica y biografía suscitan polémicas, reavivan discusiones, tienen con qué incomodar tanto a escritores disidentes como a profesores ortodoxos y abren, en suma, caminos para el estudio y la renovación del juicio estético. Fadanelli, acaso para justificar el supuesto atrevimiento de que un autor de ficciones critique la obra de quien más bien debería criticarlo a él, alega que “la crítica literaria es también una ficción” tras admitir que ignora si existan métodos eficaces para criticar los libros de crítica literaria. Pues bien: dar por sentado que tal crítica es literatura de ficción tanto como los cuentos y las novelas ya es adelantar un método de análisis.

La crítica, en efecto, procede análogamente a la literatura de ficción. Los textos de crítica literaria, como bien señala el propio Fadanelli, operan como “ficciones donde los personajes son escritores que actúan en el escenario de la historia”. La historia, en este contexto, no sólo es el relato de los grandes acontecimientos: es la historia de cada lengua y la historia de las mentalidades, tanto las artísticas como las políticas y las religiosas. En resumen, así como puede cultivarse una crítica de la literatura de creación, o sea de la escritura en el concepto más pobre y extendido en que se le tiene, así también es posible hacer de la escritura un modelo para la crítica y, en última instancia, comprender que también la crítica es escritura y que, al ser un crítico criticado, éste se convierte por extensión en un escritor escrito.



("El escritor escrito" se publicó el día de hoy, domingo 6 de noviembre de 2005, en Mural.)

2 comentarios:

nacho dijo...

Voy a ponerme serio: Entiendo que la literatura y la crítica buscan objetivos diferenciados y gozan de lectores diferentes. Mientras que la literatura busca el goce estético, la crítica literaria redunda en el análisis, la explicación e interpretación de la obra literaria. Una y otra exigen actitudes distintas en el lector. La percepción de Fadanelli de considerar ficcional a la crítica me parece, por decir lo menos, arriesgada. El hecho de que haya un momento de enunciación y un enunciador no hace ficcioso el texto crítico en tanto que el sujeto de su análisis no permite una subjetividad arbitraria (como ocurre con la ficción) sino una apreciación subjetiva que atienda al corpus de la obra literaria, en tal sentido, la crítica se encuentra acotada por la morfología, estructura y génesis de la obra a analizar. Sin pretender generalizaciones absolutas, considero que los grandes narradores guardan un espíritu intuitivo sobrenatural y una mordacidad narrativa, frecuentemente reñidos con el rigor conceptural y el carácter sistémico y que exige la crítica. Pocos individuos, como Goethe y Poe pueden jactarse de desplegar sus alas en todas direcciones.
Un saludo.
nacho mondaca

Luis Vicente de Aguinaga dijo...

Interesante comentario, Nacho. Lo que yo pienso es que hay puntos en que la crítica y la ficción llegan a parecerse, pero también que nunca son la misma cosa. Es ahí donde las diferencias y los parecidos nos resultan útiles; en el terreno de las identidades absolutas, por el contrario, nada puede hacerse más que declararlas. Por lo demás, yo estoy en contra de que se hable de "literatura" y "crítica" como si se tratara de actividades incompatibles. Aunque no toda la literatura es crítica, desde luego, sí creo que toda la crítica es literatura. Saludos.