10 de mayo de 2007

Toast modernista

Brindo, en primer lugar, por la clavícula.
Número dos: por las importaciones
y ultramarinos de bodega y mesa.
Número tres: por la crueldad, la saña

y el olor de la imprenta y el consuelo
del éter y los álamos asiduos
del parque abandonado y los faroles
a medio gas y las pestañas falsas.

Brindo por mí: por lo que digo ser,
por la gloria diabólica o divina
de hallarme a todas horas en el mundo

fingiéndome distante, ajeno, incierto
pero en verdad sabiéndome corpóreo
y adicto, cuando mucho, a los esdrújulos.


(Acabo de publicar este "Toast modernista" en el número 145 de la revista Tierra Adentro.)